Esta tercera revisión de documentos elaborados por organizaciones científicas y académicas venezolanas nos muestra una preocupación por el uso en la población venezolana de tratamientos o vacunas que no cuentan con respaldo científico comprobado, entre ellos los candidatos a vacunas Soberana 02 y Abdala, de procedencia cubana, pero especialmente contra las gotas denominadas Carvativir, promovidas como medicamento por quienes detentan el poder ejecutivo en Venezuela.
La desinformación se ha convertido en un enemigo a vencer ante el avance de la pandemia causada por el virus Sars-Cov-2. Aunque todavía queda mucho por aprender sobre el microorganismos, para los comunicadores en general es útil repasar algunas de las orientaciones que ofrecen instituciones especializadas y periodistas experimentados.
En todo el mundo se multiplican los esfuerzos para tratar de combatir la pandemia de COVID-19, una enfermedad que se dio a conocer popularmente como «coronavirus». En medio de los llamados a sumarse a los esfuerzos por evitar la propagación del virus, el mayor de ellos el distanciamiento social y la cuarentena en las zonas en que las autoridades han anunciado la medida, la desinformación se ha convertido otro mal a vencer, porque ella puede acarrear indeseables y no pocas veces fatales consecuencias.
Diversas organizaciones han lanzado recomendaciones e iniciativas ayudar en la tarea de comunicar mejor la información sobre la pandemia y minimizar los errores. La Organización Panamericana de la Salud editó una guía dirigida a comunicadores, en la que destaca la responsabilidad que estos tienen para informar «de forma clara y comprensible» y en promover comportamientos preventivos.
«Difunda información basada en hechos. Durante los brotes abundan los rumores y la desinformación. Asegúrese de chequear la información y de citar fuentes oficiales y confiables».
El Centro de Estudios de Ciencia, Comunicación y Sociedad de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, España, mantiene una guía muy completa de enlaces que contienen información verificada sobre la propagación del coronavirus y el estado de la pandemia.
«…la información cambia día a día, y con ella cambia también nuestra percepción sobre la pandemia, su alcance, sus consecuencias inmediatas (y a corto y largo plazo). Estamos viviendo una dolorosa etapa en que la única forma de aprender a convivir con la incertidumbre es la información: la buena información».
La Asociación Española de Comunicación Científica, en un breve artículo sobre el tema, enfatiza que es necesario evitar el amarillismo, una tentación en la que se puede caer en medio de la carrera por informar que puede espolear la digitalización:
«Es fundamental que la opinión pública conozca los hechos relevantes sobre esta crisis sanitaria y que los medios de comunicación aborden un tema tan sensible evitando contagiar en la audiencia el alarmismo y el miedo».
Aunque para los venezolanos el chikungunya es una desagradable novedad, la patología fue descrita ya en Tanzania en 1952. Por muchos años fue endógena del África, pero recientemente ha encontrado ambiente propicio en las regiones tropicales americanas que incluyen a nuestro país. Sólo la prevención nos libra del virus
Luis M. García P.
El término chikungunya proviene de la lengua makonde, hablada en localidades de Tanzania, en el continente africano, y quiere decir “encorvado” o “doblado por el dolor”, lo que en buena medida da una idea de la consecuencia del padecimiento de este virus transmitido por los mosquitos Aedes aegypti, mejor conocido en Venezuela como “patas blancas”, y Aedes albopictus, también llamado popularmente “mosquito tigre”, ambas especies transmisoras también de enfermedades como el dengue y la fiebre amarilla a lo largo de todo el cinturón ecuatorial del planeta y ahora, además, en diversas zonas templadas. Continuar leyendo «La expansión del chikungunya está rodeada de mitos»→