La tecnología y la solidaridad se unen al sur de Venezuela

La Fundación Maniapure lleva atención médica presencial y a través de telemedicina a comunidades criollas e indígenas. Nació como una iniciativa personal, pero creció hasta involucrar a un grupo humano que integra estudiantes y personal de salud de alta especialización

Gilberto Carreño

Más de 60 comunidades indígenas del estado Bolívar son atendidas por el Proyecto Maniapure
Más de 60 comunidades indígenas del estado Bolívar son atendidas por el Proyecto Maniapure

Muy lejos de Caracas, al sur del país, donde las características meteorológicas y geográficas de la región suelen presentar las mayores dificultades de accesibilidad, un grupo de hombres y mujeres de diversas profesiones y oficios realizan, calladamente, una tarea tan humanitaria como desconocida por la inmensa mayoría de los venezolanos y, probablemente, por quienes estarían llamados a prestarle el mayor apoyo posible.
Se trata de la Fundación Proyecto Maniapure y su programa de asistencia en salud y educación a los pobladores de esta vasta región del sur del Orinoco, de manera especial, a aquellos que se ubican en Maniapure y Kamarata, Urimán y Wonken, en la Gran Sabana y sus áreas de influencia, cuyas poblaciones son atendidas, a través de cuatro ambulatorios rurales tipo II, por médicos y pasantes que allí ejercen.
Pero además de la atención inmediata que prestan estos profesionales, los habitantes de la zona reciben el apoyo personalizado de un reconocido cardiólogo que, además de sus servicios en forma gratuita, pone a disposición de quienes necesitan consulta por razones de su estado crítico, a especialistas en distintas áreas con ayuda de la tecnología de comunicación.
Kamarata y Urimán son tierras de indios pemones, con grandes deficiencias de servicios de salud. A través del servicio de telemedicina de la fundación, los médicos y pasantes que allí ejercen se sienten acompañados y apoyados a la hora de diagnósticos complicados. Más de sesenta comunidades están en su área de influencia.
Tomás Sanabria es el médico cirujano que figura como artífice de la construcción de lo que hoy puede considerarse como una gigantesca misión en beneficio de las comunidades criollas e indígenas, que incluyen a más de 10.000 pobladores en una extensión aproximada de 1.500 kilómetros cuadrados.
Con él viajamos a la región, en una dificultosa travesía en avioneta por las características atmosféricas reinantes para aquellos días. La Medicina es de por sí una profesión humanitaria, pero esa tesis queda plenamente expresada en el gesto de todas aquellas personas que pudimos conocer en uno de los campamentos que visitamos, el de La Milagrosa, sede de uno de estos ambulatorios rurales, donde un grupo de estudiantes de los últimos años de Medicina, Nutrición y Odontología ejercen sus pasantías con abnegada dedicación y amor al prójimo.

Una herencia de amor

El Proyecto Maniapure y su misión tienen una historia que comienza a finales de la década de los sesenta, cuando Beatriz Borjas Cuenod, fundadora del Centro La Milagrosa, se internó por primera vez en la intrincada región de Maniapure tras la pista del Gallito de las Rocas, de la mano de la pareja de esposos Elena y Walter Arp, a quienes le atribuye el contagio de su amor por esas tierras y su naturaleza.
A muy poco tiempo de su primera visita a la región, Borjas ya se aplicaba en la asistencia primaria a los indígenas, suministrándoles las pocas medicinas disponibles para aquel momento, ayudándolos en la extracción de alguna muela e instruyendo a los más pequeños en el aprendizaje de las primeras letras. Aquella labor, que en principio se limitaba a las temporadas vacacionales de Borjas, se fue ampliando con la participación de sus hijos y de sus sobrinos, hasta que comenzó a tomar forma con la incorporación de médicos y odontólogos. La propia Borjas destacó en un relato el aporte de Carlos Julio Barreto, joven graduado que pasaba las mañanas haciendo extracciones, las primeras que se harían con anestesia. “En esta época ya Tomas José Sanabria, estudiaba medicina y el embrujo también lo tocó”, agrega. Sanabria, junto a su esposa, Rossy Maal de Sanabria, su más cercano y apreciado punto de apoyo, así como de las personas que desde Maniapure le permiten cumplir la tarea que realiza, se convirtió en uno de los protagonistas de esta historia.
Con la incorporación de la región a la precaria red vial del estado y la recuperación de un campamento militar abandonado, fue constituido el Centro La Milagrosa, que está ubicado entre Caicara del Orinoco y Puerto Ayacucho.
Fue entonces cuando se pensó en la necesidad de una organización que permitiera el funcionamiento del incipiente centro de atención de salud destinado a atender a los pobladores de la zona. Para ello fue constituida la Fundación CUBO (Cuenod Borjas), la cual contó con el apoyo de la Asociación Damas Salesianas y posteriormente con el de la Comunidad de Madrid, que pone a la disposición de la fundación, por un año, tres médicas españolas que se someten a la auténtica prueba de fuego que representó ejercer su trabajo sin electricidad ni vehículos y muy escasos recursos. Por eso, con las primeras contribuciones se adquiere la primera planta eléctrica, una bomba de agua, el primer vehículo y se realizan las primeras mejoras en la construcción y equipamiento del centro. En ese entones, aunque se contaba con este apoyo profesional, no se tenía el reconocimiento como dispensario.
La llegada de Sanabria, en 1995, permite que se adquiera ese estatus. Su presencia, además de representar la continuación de la labor iniciada por su antecesora, significó la incorporación de la Fundación Centro Médico de Caracas y de un voluntariado francés, con lo que se crea la organización La Milagrosa-Francia y nace la Fundación Proyecto Maniapure en el año 2000, que permite hoy atender a un gran número de pobladores de la región, así como brindar la posibilidad para la realización de las pasantías rurales a estudiantes universitarios vinculados con el área de la salud.
Un convenio con la Universidad Central de Venezuela, permite la presencia de estudiantes de Medicina, Odontología, Bioanálisis y Nutrición; y ocurre algo similar con la Universidad Santa María en Odontología. La fundación ha capacitado y entrenado en el uso de las herramientas y protocolos de telemedicina a más de 1.200 pasantes y médicos venezolanos.

Punto de expansión 

El impulso dado por la Fundación Proyecto Maniapure permite contar en la actualidad en La Milagrosa con un ambulatorio rural tipo II, con 1.600 m2 de construcción; consultorios, área de observación y hospitalización, enfermería, sala de parto, laboratorio de bioanálisis, odontología y nutrición; además de biblioteca, comedor escolar, capilla, casa de habitación para médico y pasantes, cancha deportiva, granja sustentable didáctica, churuata y planta eléctrica. En el centro se ofrecen, además, clases de computación, acceso a internet y talleres de formación profesional, entre otros.
La fundación, además de orientar su trabajo a la atención médica directa de más de 42 comunidades o caseríos, 34 criollas y 8 indígenas de la etnia Panare, y prestar apoyo a la escuela rural que atiende aproximadamente 130 niños anualmente, aplica un programa de telemedicina, que permite conectar a los médicos y pasantes de esta remota región con especialistas en clínicas del país para teleconsultas o consultas de segunda opinión.
Sanabria incursionó en esta área en 1995, con un radio de dos vía que permitía consultar desde Maniapure con algunos colegas de Caracas. El gran cambio fue en 1999 con la entrada de internet satelital.
Entre las ventajas atribuidas a la telemedicina se incluyen las posibilidades del uso eficiente de recursos médicos especializados. Los especialistas son escasos y se encuentran concentrados en las grandes ciudades, por lo que para poner esos especialistas al alcance de las comunidades geográficamente distantes, la telemedicina constituye la mejor opción. Esto hace que en algunos casos no se requiera de la presencia física de un médico en una comunidad: con una enfermera y un paramédico es posible atender ciertos casos con la ayuda de un médico especialista desde el punto más alejado, previo entrenamiento.

Recursos humanos y tecnológicos


Sanabria, médico cardiólogo, internista y hemodinamista, egresado de la Universidad Central de Venezuela, con postgrados en Medicina Interna y Cardiología de la Universidad de Hardvard, destaca como precursor de la telemedicina en Venezuela. Además, de presidir la Fundación Maniapure, figura como director de la empresa Telesalud, lo cual le permite aportar el servicio a siete ambulatorios de los estados Bolívar y Amazonas. Junto con otros médicos de reconocida reputación profesional del Centro Médico de Caracas, donde presta servicio, Sanabria ha creado una red que cubre el 95% de todas las especialidades.
El Centro La Milagrosa constituye un centro piloto de telemedicina en Venezuela, dotado de infraestructura tecnológica para el manejo de teleconsultas o consultas de segunda opinión. Cuenta con una antena tipo VSAT con módem satelital, un computador portátil, un electrocardiógrafo digital tipo USB, microscopio con adaptador de imágenes digitales, escáner e impresora, cámara digital, teléfono para comunicación IP y sistema de paneles solares que proveen la energía necesaria para el funcionamiento de los equipos.

Un comentario sobre “La tecnología y la solidaridad se unen al sur de Venezuela

Deja un comentario